Parece mentira que la denominación de “Valle del Rudrón” haya sido tan poco empleada por teóricos expertos de la geografía, de la geología y demás ciencias afines.
Puede ser porque por los lares peninsulares eso de aplicar la ciencia es cosa rara. Alguno, en el colmo de la originalidad, a lo que más llegó fue a generar un cultismo pluralizando la denominación de La Lora al unir otras áreas geográficas próximas, cuando la realidad es que la unidad estructural es el páramo de La Lora y el Páramo de Masa. Parece que ni el MTN servía de gran ayuda. Dónde esté la teoría pura que se quite la práctica parece decir el libreto.
Ni tan siquiera se percataban que tanto La Lora, denominación ancestral, como el Páramo de Masa, denominación del siglo XX, pertenecen a la misma estructura geológica y geográfica. Una serie de estratos del mesozoico que quedaron al descubierto de unas aguas que lo anegaban hace algunos millones de años.
Y las corrientes de agua superficiales acabaron generando un cauce por el que discurría un río que poco a poco fue excavando un valle en medio de esta estructura de un páramo. Todas las corrientes de agua superficiales -y también subterráneas, téngase en cuenta el caso de La Torca en Barrio Panizares y el Pozo Azul de Covanera- han acabado siendo afluentes de tal río. Luego llegaron las denominaciones muy descriptivas que el Homo sapiens fue dando a tales elementos geográficos. Algunas se pierden en los atavismos del tiempo; la propia denominación de este río es uno de ellos. O La Lora.
Otros llegaron al colmo de su originalidad y empezaron a utilizar, como pretendidos eruditos de capital de provincia, palabras, términos mal empleados de raigambre geográfica y/o geológica. Mejor no citar tales palabros para que se vayan olvidando.
Y muy pocos o ninguno han utilizado una palabra tan común como “valle”. Y es que lo primero que se debería tener en cuenta en una corriente de agua superficial permanente es el grado de erosión superficial que ha producido por el terreno que ha discurrido/discurre. Qué menos. Parece que a muchos catedráticos se les ha olvidado una cosa tan sencilla, tan elemental. La ciencia en España es reducida; no la hay, por tanto tampoco podemos pedir peras al olmo.
Algunos, entre otros yo, hace ya bastantes años empezamos a emplear la denominación “Valle del Rudrón”. El asunto era tan sencillo como aplicar lo que se había aprendido en las clases de geografía. Otros sospechaban de tal denominación; decían que había otras. Sí; las había, pero eran inexactas, impropias e incorrectas que tendían a confundir más que a aclarar, tendiendo a mantener denominaciones erróneas que sirven, otra vez más, al utilizar mal la terminología propia de cualquier ciencia, para el desprestigio y los que han utilizado mal sus palabros quedan como enterados entre la masa de los no enterados.
Y es que los términos descriptivos con frecuencia no suelen tender al error. Pozo Azul es una denominación sencilla: un pozo que es azul. Sintetiza con dos palabras muy comunes un elemento geográfico claro, preciso y exacto. Covanera, igual.
Ahora, cuando se busca “Valle del Rudrón” por internet empiezan a parecer algunas entradas que tienen ese valle como un elemento geográfico definido, claro y preciso. Antes, hace menos de 5 años uno buscaba “Valle del Rudrón” con Google y salían inmobiliarias y áreas de pernoctación en cualquiera de sus variantes.
Parece mentira que la denominación de “Valle del Rudrón” haya sido tan poco empleada por teóricos expertos de la geografía, de la geología y demás ciencias afines.
ResponderEliminarPuede ser porque por los lares peninsulares eso de aplicar la ciencia es cosa rara. Alguno, en el colmo de la originalidad, a lo que más llegó fue a generar un cultismo pluralizando la denominación de La Lora al unir otras áreas geográficas próximas, cuando la realidad es que la unidad estructural es el páramo de La Lora y el Páramo de Masa. Parece que ni el MTN servía de gran ayuda. Dónde esté la teoría pura que se quite la práctica parece decir el libreto.
Ni tan siquiera se percataban que tanto La Lora, denominación ancestral, como el Páramo de Masa, denominación del siglo XX, pertenecen a la misma estructura geológica y geográfica. Una serie de estratos del mesozoico que quedaron al descubierto de unas aguas que lo anegaban hace algunos millones de años.
Y las corrientes de agua superficiales acabaron generando un cauce por el que discurría un río que poco a poco fue excavando un valle en medio de esta estructura de un páramo. Todas las corrientes de agua superficiales -y también subterráneas, téngase en cuenta el caso de La Torca en Barrio Panizares y el Pozo Azul de Covanera- han acabado siendo afluentes de tal río. Luego llegaron las denominaciones muy descriptivas que el Homo sapiens fue dando a tales elementos geográficos. Algunas se pierden en los atavismos del tiempo; la propia denominación de este río es uno de ellos. O La Lora.
Otros llegaron al colmo de su originalidad y empezaron a utilizar, como pretendidos eruditos de capital de provincia, palabras, términos mal empleados de raigambre geográfica y/o geológica. Mejor no citar tales palabros para que se vayan olvidando.
Y muy pocos o ninguno han utilizado una palabra tan común como “valle”. Y es que lo primero que se debería tener en cuenta en una corriente de agua superficial permanente es el grado de erosión superficial que ha producido por el terreno que ha discurrido/discurre. Qué menos. Parece que a muchos catedráticos se les ha olvidado una cosa tan sencilla, tan elemental. La ciencia en España es reducida; no la hay, por tanto tampoco podemos pedir peras al olmo.
Algunos, entre otros yo, hace ya bastantes años empezamos a emplear la denominación “Valle del Rudrón”. El asunto era tan sencillo como aplicar lo que se había aprendido en las clases de geografía. Otros sospechaban de tal denominación; decían que había otras. Sí; las había, pero eran inexactas, impropias e incorrectas que tendían a confundir más que a aclarar, tendiendo a mantener denominaciones erróneas que sirven, otra vez más, al utilizar mal la terminología propia de cualquier ciencia, para el desprestigio y los que han utilizado mal sus palabros quedan como enterados entre la masa de los no enterados.
Y es que los términos descriptivos con frecuencia no suelen tender al error. Pozo Azul es una denominación sencilla: un pozo que es azul. Sintetiza con dos palabras muy comunes un elemento geográfico claro, preciso y exacto. Covanera, igual.
Ahora, cuando se busca “Valle del Rudrón” por internet empiezan a parecer algunas entradas que tienen ese valle como un elemento geográfico definido, claro y preciso. Antes, hace menos de 5 años uno buscaba “Valle del Rudrón” con Google y salían inmobiliarias y áreas de pernoctación en cualquiera de sus variantes.